sobreviviendo al CEMIC

7.12.06

claudicaciones

Estoy a la espera de los primeros resultados de la biopsia que mi mamá, María Elena, va a recibir, con suerte, en un rato. No pude acompañarla a la consulta y la estoy monitoreando por teléfono, a la distancia. Estoy con varios sentimientos encontrados en este día. Por un lado, el incidente de la herida al bajarla de la silla de ruedas, del martes pasado, me deja intranquilo por este traslado solitario; por otro lado, sigue horadando la piedra de la especulación, saber si van a estar los resultados, cómo se va a resolver el tema. Además, ayer empecé a hacer circular correos promocionando la propuesta del weblog. Y recibí muchas respuestas de gente en la misma situación, cambiando los nombres de las prepagas, de los parientes afectados, de las enfermedades sufridas. Pero el patrón era el mismo: desatención, desprotección, abandono. Prometo hacer una reflexión más profunda sobre este tema, porque intuyo que hay algunos vicios culturales en la profesión médica, algunos cambios para peor que, sospecho, se correlacionan con una sociedad que no tiene a la vida como prioridad. No se cuida a la gente. No nos cuidamos, unos a otros, en general.

Tal vez para ver esto, como la calidad de vida de los argentinos no es un tema principal de nuestra dirigencia, vale leer la nota de “La Nación” sobre el posible nuevo acuerdo del gobierno con las prepagas. La noticia la pueden encontrar acá. En síntesis: el alza sería del 8% (en vez de la amenaza del 22%) con la elección de planes optativos que incluyan copagos para cada prestación o consulta (se exceptúan enfermedades crónicas e internaciones). Si uno no elige esta opción, entonces, tiki-tiki, poniendo estaba la gansa, 22%. Y se frenaría la ley de regulación que estaba tratando Diputados. En suma: claudicación. ¿Quién va a poner freno a que te manden a hacer estudios repetidos, varias consultas para examinar el resultado, ordenarlo, examinarlo, corregirlo, darlo vuelta de acá y de allá? Nadie. Al gobierno no le interesa la suerte de los argentinos cubiertos por una prepaga.

Aunque no sorprenda (es una tendencia), no deja de indignarnos.